Descripción
Tres historias únicas
Nidia Verdejo Sobre Lías

Me gusta llorar de risa.
Añoro la rebeldía imprudente de mi niñez.
No me preocupo de las cosas, me ocupo.
Odio discutir. A veces me cuesta pedir perdón.
Quiero con el alma.
A veces siento que esta vida debería de ser más larga.
Y más vivida.
Lo siento hoy, al escribirte. Y lo siento cuando soy tan feliz que no me quiero dormir, porque mi sueño es mi realidad.
Encuentro refugio en este lugar, esta Cabaña llena de historias que anhelo compartir contigo.
Nidia de Guarda

Y aquí me encuentro, habitando en esta compleja madurez
rodeada de aquello que añoro de mi rebelde niñez.
Si pienso en La Cabaña aun puedo oler el monte,
el tueste de la encina,
el jazmín de la ventana y la tarta de manzana.
Las historias únicas allí vividas
perdurarán siempre en mi retina.
Nidia Merlot

Nidia merlot me recuerda a primavera, a esa mañana soleada de principios de mayo. A esos ratos frente a su ventana, recordando la mi niñez. El caramelo que siempre me daba los domingos, sus “guisos zalameros”, los que me enamoraban cada domingo y las flores del sendero, violetas, rosas, margaritas. Me recuerda a nuestras historias, tan únicas, tan eternas. Como tú.
Tres historias únicas

Me gusta llorar de risa.
Añoro la rebeldía imprudente de mi niñez.
No me preocupo de las cosas, me ocupo.
Odio discutir. A veces me cuesta pedir perdón.
Quiero con el alma.
A veces siento que esta vida debería de ser más larga.
Y más vivida.
Lo siento hoy, al escribirte. Y lo siento cuando soy tan feliz que no me quiero dormir, porque mi sueño es mi realidad.
Encuentro refugio en este lugar, esta Cabaña llena de historias que anhelo compartir contigo.

Y aquí me encuentro, habitando en esta compleja madurez
rodeada de aquello que añoro de mi rebelde niñez.
Si pienso en La Cabaña aun puedo oler el monte,
el tueste de la encina,
el jazmín de la ventana y la tarta de manzana.
Las historias únicas allí vividas
perdurarán siempre en mi retina.

Nidia merlot me recuerda a primavera, a esa mañana soleada de principios de mayo. A esos ratos frente a su ventana, recordando la mi niñez. El caramelo que siempre me daba los domingos, sus “guisos zalameros”, los que me enamoraban cada domingo y las flores del sendero, violetas, rosas, margaritas. Me recuerda a nuestras historias, tan únicas, tan eternas. Como tú.